La setmana passada us vaig parlar d'una pel.lícula de les anomenades de "ciència ficció", té uns quants anys però no deixa de ser d'aquelles que deixen petjada i que tornem a veure més d'una vegada.
"Los seres sin recuerdos son seres sin identidad ni sentido. Han perdido las respuestas, se hunden en un agobiante presente en el que la profundidad, lo subterráneo, es olvidado (aunque sí palpado, olido, intuido)."
Podeu accedir, si us interessa, al seu blog:
http://educayfilosofa.blogspot.com/2007/11/blade-runner-un-pasado-preado-de-futuro.html
viernes 2 de noviembre de 2007
Blade Runner. Un pasado preñado de futuro
"Gustosamente iré a ver la película Blade Runner, que va a ser reestrenada en los cines. Es una joya de las que cuanto más se miran, más dicen. Se trata de un filme futurista, una tenebrosa antiutopía de extraordinaria riqueza que se presta a interminables glosas y comentarios. De hecho, en Internet circula abundante información sobre ella y existen numerosas webs dedicadas a la misma. Durante varias décadas ha suscitado la admiración incondicional, y yo me cuento, desde luego, entre quienes no cesan en su fascinación por esta maravilla cinematográfica. En efecto, de ella se puede decir muchas cosas. Utilizada, con motivo, en clases de filosofía es, como digo, una suerte de antiutopía que advierte y previene sobre ciertos peligros asociados a nuestras sociedades. Presenta un apocalíptico futuro en el que Los Ángeles es una urbe de eterna oscuridad y lluvia, por cuyas ajetreadas calles circulan las más variopintas razas, lenguas, religiones, etc., en un caos de escaparates y luces de neón, bajo la vigilancia de patrullas aéreas de policía. Precisamente, el protagonista (Harrison Ford) es un Blade runner, policía encargado de perseguir y aniquilar “replicantes”, que son personas de gran vigor e inteligencia fabricadas por ingeniería genética para realizar trabajos duros. Los replicantes son seres sin recuerdos y con una breve vida de cuatro años. Tienen prohibido acceder a la Tierra, pero el argumento comienza con la irrupción de un pequeño grupo en el planeta prohibido, el lugar donde fueron creados. Tanto el mundo (¿paraíso?) terrenal que se nos presenta, como los propios replicantes, constituyen una humanidad de escaparates, ruinas y olvido. Los replicantes están obsesionados por las fotos familiares donde los seres humanos guardan su infancia, teñidas de viejos anhelos y esperanzas.
El tiempo y la proyección humana en un futuro que, no obstante también es empañado por la muerte, obsesionan a los replicantes, deseosos de tiempo y recuerdo. Al no poseer ni uno ni otro, mueren estrellados contra un presente sin trascendencia (literalmente, en el caso de una de ellos que es abatida y cae estrellándose en una galería interminable de escaparates, en una de las escenas más impactantes de la película).
La obsesión por detener el reloj, en una lucha trágica, les lleva a buscar a su creador, un ingeniero genético, presidente de una corporación-empresa, que tiene visos de divinidad. En momentos clave del “ascenso” en pos de conocimiento, del viaje iniciático emprendido por los replicantes al regresar a la Tierra, a veces, se muestra la breve imagen de un búho (artificial) que el ingeniero guarda como mascota y que aparece parpadeando. En general, el sentido de la vista protagoniza numerosas escenas, en una evidente alegoría de la búsqueda filosófico-teológica.
Publicado por Marcos Santos Gómez (profesor de filosofía y teoría e historia de la educación en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (España).
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